Las pajas no son pecado: la masturbación en la Biblia
Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el niño, espantado, forcejeaba al acariciarlo la pobre mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.
¿Te está engañando?
Hace unos años, un amigo me dirigió al blog de un joven llamado Lucha contra la masturbación y la pornografía. Era el nombre del blog, no del joven. Este confuso arrapiezo, un cristiano de apenas 17 abriles, estaba en un claro conflicto consigo mismo respecto a sus propios impulsos sexuales. Ante la gravedad del guión, en lugar de trolearle en los comentarios, que es lo que se hace hoy en día, en la internet joven e idealista de entonces lo que hicimos fue juntarnos unos cuantos amigos de diversa condición collective y sexual y abrir un versus blog; lo llamamos Lucha contra la lucha contra la masturbación. Nuestra iniciativa y constancia no duraron mucho, empero sí lo bastante para darme tiempo a escribir un artículo explorando el tema de la masturbación desde un punto de vista bíblico, que he rescatado hoy aquí.