10 razones por las que a un hombre puede no apetecerle sexo

Amante que cuida – 901586

Encuentro a mi marido cogiendose a mis dos gemelas y llegamos a un acuerdo, para no destruir la familia…. Que deseos de ser ese hombre y coger con las niñitas. Que morbo lo del compadre y como me calentaria que la esposa se masturbe a un costado de la cama cuando su hombre se esté cogiendo a Paulita y Frida!!!! Te felicito bro, hermoso relato. Muy bueno sería genial conocer a tan agradable familia, yo nunca puede convencer a mi amante de que incluyera a su hija en la relación solo me dejaba fantasear. Es un relato delicioso y me hice dos buenas pajas leyéndolo pero no creo que sea real ya que vos sos hombre no la mujer narradora del relato. Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario. Esta prohibido publicar mensajes, fotografías, vídeos, y cualquier otro medio multimedia que tengan relación con la Pornografía Infantil.

2 Tu falta de higiene y cuidado

Se aprestó a hacer desayuno para sus tres hijas, dos de ellas de un mismo padre, de quien había sido amante y que, coincidentemente todavía había sido su jefe, y una tercera producto de su primera relación seria con un hombre, cuando ella estaba en la preparatoria y había entregado su amor y su cuerpo por primera vez, a quien en ese entonces era su novio. Actualidad, Sandra tenía que afrontar la asunción de ser madre soltera, y trabajar y educar a su familia, tras terminar de servir a sus hijas, apresuro el paso, se quitó el pantalón del pants deportivo que utilizaba para dormir, y la delgada bolero que dejaba ver sus generosos pezones para quedar totalmente desnuda frente al espejo. Tras el regaderazo, Sandra se puso un juego de lencería blanca, con encaje al frente de una breve tanga que se metía perniciosamente entre sus blancas nalgas de badana tersa, que le ajustaba perfectamente, bastante sacada arriba de la cadera, acusado su afilado perfil, y alargando sus ya de por si prolongadas extremidades inferiores, mientras que el sujetador época igualmente en color blanco, con unos hermosos remates de encaje sobre las copas que cubrían la mitad de sus pechos, casi al borde de sus hermosos pezones. Estaba lista.