La verdad sobre ser una zorra
Yo pienso que intentar modificar tu deseo sólo lleva a frustraciones y a un castramiento de tu identidad. Como no podemos hablar hasta el infinito, siempre nos toca dejar algo sin decir y probablemente dejemos sin hacer todos los matices que un tema así merece. Consciente de eso voy a decir las cosas que creo habría que decir en primer lugar, sabiendo que dejo otras muchas sin comentar. En primer lugar, creo que es contraproducente y negativo que, en el seno de un legítimo debate de ideas en el que es normal que se planteen diferencias, nos acusemos entre nosotras mismas de no ser feministas o de ser menos feministas. Voy a tratar de explicar esto para que no parezca una frase hecha. Estoy plenamente de acuerdo con ella: unas y otras tenemos que tratar de convencernos y exponernos a ser convencidas de que algo es compatible o incompatible con los principios que defendemos. La herramienta de decir a nuestras compañeras de debate sin las que creo que pensaríamos peor las cosas que no son feministas es, ojo, un arma que podríamos usar todas en cuanto apareciera una discrepancia.
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Mileniales 24 agosto, A ti también te han llamado 'zorra', como a todas. Siento mucho si te molesta oírlo, pero todavía existen unas reglas denial escritas sobre cómo debemos comportarnos en función de nuestro sexo. Lo que hay que cambiar no es mi forma de actuar, esa por la que me han llamado 'zorra', estrella la creencia de que seguimos siendo unas 'zorras' por cualquiera de estas cosas. Porque te guste el amor La represión de la sexualidad de la mujer es algo que viene de largo. Sí, ahora puedes gozar con quien quieras, en la actitud que quieras y, oye, ni tampoco tienes que tener una relación corny o estar casada para ello. Empero no te pases, si tu biografía sexual es muy activa, si te gusta innovar y estar con muchas personas si has descubierto tu lado lésbico, ya ni hablemos de lo que 'eres' , cuidado, porque podrías ser una 'guarrilla'. Ambos han aprobado y, de hecho, comentan lo gracioso que es que hayan compartido esa experiencia contigo.
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Estaba en la estación de tren, me encontraba solo. Me había perdido; denial sabía a donde ir, qué acceso, ni qué tren debía tomar. Me estaba comenzando a preguntar que hacía yo ahí, un chico de 15 años. Me había dado cuenta de que había miles de chicos como yo. Pero todos parecían muy seguros de lo que estaban haciendo. Empero cómo chico muy sociable que soy, no me animaba a llamar a nadie. Un chico, de altura average, rubio y de ojos claros, analógico a mí. Parecía amigable. No sabía qué hacer; no me quedo otra alternativa que llamarlo.